Han pasado días desde lo del tigre de Jangsan. Rang recuerda la advertencia de Moo-yeong. Los mercenarios shinigami llegan a la estación de Gyeongseong con órdenes de capturar con vida a los demonios de Joseon. Mientras tanto, los dioses indígenas se interponen entre Hyunuiong, Yeon y Hong-yoo. Esa noche, Lee Rang oye hablar de un juego en el que no se apuesta con dinero, sino con vida.