El quinto y último problema del "Terrorista de la verdad" es nuestra indiferencia al trabajo infantil. Un autobús escolar con cinco niños desaparece y el delincuente exige que cinco empresas que indirectamente explotan a los niños trabajadores sufren ataques incendiarios. Por cada empresa atacada, un niño se salvó. Mientras tanto, Saga sugiere que la evidencia apunta al infractor de ser un miembro de la policía.